¿Quién no extraña aquellos lugares en los que el tiempo parece correr distinto, más lento quizás? Hablo de los teatros, cines y museos. Ámbitos que tienen por motor a los visitantes o espectadores, y que han tenido que reinventarse dado el contexto actual. Si las aglomeraciones deben evitarse, intentemos entonces acercar estos espacios a las casas. Pudimos ver numerosos ejemplos de museos que abrieron virtualmente sus puertas en nuestro país y en el mundo. Algunos museos tucumanos no fueron la excepción.
En esta nota vamos a hablar un poco sobre el Museo Histórico Nicolás Avellaneda y el ciclo “El afecto de la mirada”, una interesante propuesta para observar los objetos de colección del Museo, a través de las miradas de otros.
Un poco de historia sobre el Museo Provincial Nicolás Avellaneda
También conocido como “La casa de las cien puertas”, el Museo Histórico Nicolás Avellaneda está ubicado en calle Congreso 56, en la capital de Tucumán. Si bien desde 1976 la propiedad alberga al Museo, inicialmente era el domicilio del gobernador tucumano José Manuel Silva.
La misma fue construida entre 1836 y 1837 por el francés Pedro Etcheberry. Es una casona de estilo neoclásico, con arquitectura simple, concentrándose la decoración en las molduras y las rejas de los balcones.
Allí, precisamente, nació Nicolás Avellaneda, quien sería presidente de la Nación Argentina entre 1874 y 1880. Por ser sede de numerosos acontecimientos sociales y políticos, se la declaró Monumento Histórico Nacional en 1941.
Sobre los tesoros que se encuentran en el Museo
El Museo alberga siete salas destinadas a exponer la historia de Tucumán desde sus primeros pobladores hasta las primeras décadas del siglo XX.
Las piezas que conforman el patrimonio del Museo son realmente variadas. Hay alrededor de 10.000. Se encuentran documentos de Gobernadores, mobiliario de los siglos XVIII y XIX, medallas, monedas, imaginería religiosa e incluso indumentaria y armas que datan de la época de las guerras civiles.
Si alguna vez visitan el museo, algo imperdible es el legado de Lola Mora: la afamada artista tucumana representó en trazos de carbonilla los rostros de 20 gobernadores que estuvieron al frente de la vida política de la provincia y del país.
El museo como sitio en el que puede tener lugar el afecto
Muchos críticos de arte han reflexionado sobre la relevancia de la mirada en la apreciación estética. Guido Ballo -curador, crítico de arte, poeta y partícipe de la escena italiana del arte de los 50s y 60s- proponía ver a los espectadores como “ojos”. Así, distingue entre un ojo común, un ojo crítico, un ojo snob y un ojo absolutista.
La invitación es a ser lo más críticos posible en nuestro modo de mirar. Pero en ello ¿qué lugar queda para la emocionalidad? Los invito a hurgar en sus recuerdos y preguntarse cuándo sintieron que la visita a un museo realmente los enriqueció de algún modo.
Es decir, indaguen en esos momentos en los que no fueron sujetos pasivos frente a lo expuesto. Piensen en las conexiones afectivas que sintieron con objetos que hasta el momento no habían visto, pero que rápidamente pudieron relacionar con cosas que sí forman parte de sus vidas cotidianas.
Seguramente se acordarán de objetos que les parecieron familiares: similares a los que había en casa de sus abuelos, algunos que relacionaron con el oficio de sus padres, otros que les remitieron a cosas que aprendieron en la escuela, etc. Todo esto deja entrever el peso que tiene la mirada teñida por el afecto, cuando estamos en situación de espectadores.
¿Qué ocurre cuando los objetos se miran con afecto?
Pablo Martinez, jefe de programas del MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) rescata esta dimensión. Afirma que el conocimiento no se da exclusivamente desde la distancia crítica, sino que es el afecto el que desencadena el pensamiento en la mayoría de las ocasiones.
En esa misma línea de pensamiento va el ciclo “El afecto de la mirada”. En él se repiensa la relación entre el observador y lo observado, la ordenación de los cuerpos y el tiempo. Cada publicación se abre con la siguiente frase: “Dice el saber popular que todo depende de los ojos con los que se mira. ¿Qué ocurre cuando los objetos se miran con afecto?”
Fundamentos y objetivos del ciclo “El afecto de la mirada”
Se trata de un interesante proyecto que tiene lugar en la página de Facebook del Museo Histórico Nicolás Avellaneda. Es un ciclo de publicaciones en Facebook que comenzó el 18 de mayo (Día Internacional de los Museos), y a día de hoy cuenta con 13 posteos. Si bien actualmente tiene un carácter digital, se espera que en el futuro trascienda este formato.
Cada semana, un especialista asume la tarea de “ponerse frente” a alguna pieza de colección del Museo. Esa pieza puede ser un mapa, un neceser, una urna funeraria, una vasija, un retrato, entre otros.
El especialista, que hace de observador, atiende a las impresiones o sensaciones que ésta le genera. Sabiéndose el puente que nos va a comunicar con el objeto, lo interpreta, lo resignifica. Posteriormente, recupera esa vivencia a través de la escritura, intentando replicar -en la medida de lo posible- lo que le ocurrió internamente al ver el objeto.
El escrito surgido de esa experiencia se publica en la página de Facebook del Museo. Como espectadores/lectores de esa experiencia, nos acercamos a la conexión afectiva que el especialista pudo haber tenido con ciertos objetos.
He de decir que si hay algo que comparten las publicaciones, es el tono reflexivo y sugerente para seguir pensando a partir de lo dicho en los distintos textos.
Una invitación a habitar, momentáneamente, la subjetividad de otros
Por medio del ciclo, somos convidados a habitar, por unos minutos, la subjetividad de un otro. Ese otro puede ser desde un cocinero o un técnico apasionado de los ferrocarriles, hasta un artista visual, pasando por una profesora de filosofía medieval y otra especializada en cartografía.
Encontramos aquí el cuestionamiento a una idea muy instalada según la cual nunca llegamos a percibir las cosas como lo hace otra persona. En “El afecto de la mirada” leer las reflexiones de los especialistas invitados nos coloca en su óptica, su modo de ver las cosas. Un objeto es el disparador que quizás de otro modo hubiera permanecido mudo para nosotros.
Si hay algo que nos sugiere este ciclo, es pensar que un objeto puede ser irrepetible e invaluable y tener el potencial de decir, y decir mucho.
Pueden ver el álbum con todas las publicaciones aquí.
Photo Credit imagen de portada: Facebook Museo Histórico Nicolás Avellaneda.