Paola Margagliotti construyó casi toda su vida alrededor de las costumbres italianas heredadas por parte de sus cuatro abuelos. De ellos le viene el amor por la familia, la buena música italiana y su exquisita comida. Contar la historia de sus antepasados -los Margagliotti, los Crippa, los Briga y los Braccia- significa para ella rendir homenaje al enorme esfuerzo que hicieron por buscar un futuro mejor en tierras lejanas y desconocidas.
Salvatore y Vicente Margagliotti: desde Sicilia a tierras americanas
“En el año 1914 llegaron a Argentina desde Trâpani, Sicilia, mi bisabuelo don Salvatore Margagliotti y el mayor de sus hijos -mi abuelo paterno- Vicente Margagliotti. Por entonces él tenía 14 años de edad”. Así comienza la historia de esta familia, que nos es compartida entusiastamente por parte de Paola. La foto que elegimos para comenzar la nota es de Náppola, pueblo de Trapani al que Vicente prometió volver en busca de sus hermanos y su madre.
Salvatore además vino acompañado por sus hermanos y sobrinos. Algunos de ellos decidieron radicarse en el sur del país. En cambio, Vicente y su padre, por un breve período se instalaron en Buenos Aires y luego vinieron a Tucumán. El motivo por el que eligieron la provincia, cuenta Paola, tuvo que ver con las oportunidades de trabajo que brindaba. “Mi bisabuelo era de profesión herrero, cuyo oficio heredó mi abuelo. Una de las obras que se le encomendó fue la ex Mutual de Agua y Energía Eléctrica, que se ubicaba en la calle Salta al 600”.
La Perla del Sur, hogar de Vicente y María
Luego Vicente Margagliotti se trasladó a la ciudad de Concepción, importante localidad tucumana conocida como “La Perla del Sur”. Allí ejerció como maestro de herrería en la Escuela de Artes y Oficios. Además, por esos días contrajo matrimonio con la abuela paterna de Paola, María Crippa. Ella era hija de un milanés, Baltazar Crippa, aunque tanto su abuela como sus tres hermanos nacieron en Argentina.
“Mi bisabuelo Crippa tenía una hermosa posada cerca de la Estación Ferroviaria. Podía ver cómo llegaban hombres y mujeres provenientes de todas partes de mundo y el país en busca de una mejor calidad de vida”. En redes sociales pueden encontrarse fotos de aquella estación, forman parte de posteos que despiertan en el público más adulto sentimientos de nostalgia de cuando aún funcionaba el ferrocarril.
Casualidades de la vida o maravillas del destino
Volvamos un poco hacia atrás en la historia de la familia Margagliotti, porque en el barco que trajo a Salvatore desde Sicilia, ocurrió un encuentro bastante curioso. Relata Paola que “por esas casualidades de la vida o cosas maravillosas del destino, en el barco, Vicente se hizo amigo de otro adolescente de unos 16 años llamado Angelo Briga, quien sería nada más y nada menos que mi abuelo materno”.
Ángelo, por su parte, al llegar a Tucumán trabajaría en los talleres ferroviarios de Tafí Viejo. Su esposa, Francisca Braccia, era hija de napolitanos. Tuvieron nueve hijos, entre los cuales estaba la madre de Paola.
Su familia es amante de la música y las guitarreadas, algo que heredaron de Ángelo. Su abuelo materno era un gran guitarrista, que siempre llevaba la guitarra a cuestas. “Mi sobrino y ahijado heredaron los dotes de guitarrista de su bisabuelo”, nos cuenta.
Lamentablemente Vicente y Ángelo fallecieron muy jóvenes. Lo que no imaginaron es que sus respectivos hijos Salvador y Juana Rosa formarían una hermosa familia con 3 hijos, 4 nietos y 2 bisnietos, por ahora.
¿Cómo se vive la italianidad hoy, entre los Margagliotti?
“La música y la comida italiana no pueden faltar un día de fiesta o un domingo en casa. Aunque el mate tampoco, algo que fue incorporado de inmediato por mis nonnos y que no podía faltar luego del trabajo.
Las juntadas con la primada, a la que hoy se suman las nuevas generaciones de hijos y nietos, están llenas de pastas, antipasto y la infaltable ‘braciola‘ (o braciole) en la salsa.
La braciola es un plato italoamericano exclusivo de la familia Braccia, es decir de mi abuelita Pancha. Es de esas recetas que va pasando de generación en generación: desde mi madre y mis tías, hasta mi hermana, primas y por supuesto yo. En lo personal, me encanta investigar sobre la comida italiana”.
Un anhelo que ojalá un día se concrete
“Hay algo que llevo clavado en mi alma. Y es que mi abuelo Vicente Margagliotti no pudo volver nunca a su pueblo. Era de Náppola, hoy llamado Paceco para que no sea confundido con Nápoles. Siempre quiso volver a buscar a su madre y hermanos más pequeños. No pudo porque falleció muy joven a los 46 años, producto de problemas pulmonares: contrajo neumonía en el barco que lo traía al país, lo que debilitó sus pulmones.
En la actualidad, tenemos contacto con primos y sobrinos segundos de mi padre y espero, en algún momento, poder ir a visitarlos. Tal vez, de algún modo, pueda pedirles disculpas porque mi nonno no pudo cumplir la promesa de volver a buscarlos”.
Autor de imagen de portada: Facebook Luciano Zuccarello.