Todo parece ir mejorando desde aquel año 2020 en donde el mundo entraba en una pausa por tiempo indeterminado. Todo se había detenido, en el orden social, económico y político. Del mismo modo había ocurrido con un grupo que, sin dudas, tuvo el gran desafío de reinventarse en sus prácticas: la educación. Hoy, dos años después, volvemos a ponernos en contacto con una institución emblemática para nuestra provincia en términos educativos. El Colegio María Montessori. Un poco para contar en primera persona cómo ha sido la experiencia de volver a la presencialidad en un mundo nuevo, con nuevos desafíos. Otro poco, porque nuestra primera entrevista -de hace un año- exige su segunda parte. ¿Vos, te la pensás perder?
El método María Montessori
En esta ocasión, hablamos con la asesora pedagógica de la institución, Ana Sofía Núñez Campero. Quien, gentilmente, compartió los pilares en los que descansa el método que utilizan, para que se hagan una idea quienes no lo conocen. El método nace en Italia, de la mano de la médica psiquiatra María Montessori en el siglo XX. Es su trabajo con niños que presentaban aparente “déficit mental” lo que motiva su propuesta práctica. La misma está basada en tres aspectos: el respeto por la libertad, la autonomía y estimulación del niño. Así como también se caracteriza por una concepción particular respecto al rol docente, al presentarlo como un acompañante en el proceso de aprendizaje.
La presencialidad ¿un condicionante del método?
Una de las características del método María Montessori tiene que ver con el mobiliario del espacio. Así como también con los objetos, los colores, formas y texturas. Los cuales funcionan como disparadores para el proceso de aprendizaje. Teniendo en cuenta eso, la virtualidad se nos presenta como un desafío directo. ¿Cómo implementamos esto desde una pantalla? Sin dudas ha sido difícil. Se ha constituido casi como una tarea titánica para los docentes poder articular todo esto. Sin embargo, no ha sido imposible. El 2020 se consagró como el año de la virtualidad, pero el año pasado los niños pudieron reencontrarse en su segunda casa, la institución. Pueden volver a jugar, tocar, desplazarse, reencontrarse desde su propia singularidad y volver a lo que ellos conocían antes de la pandemia.
Volver al aula, un desafío para la educación
La presencialidad en el aula ha sido sin dudas uno de los temas que marcaron agenda el 2021. Hoy 2022, los niños y adolescentes pueden disfrutar de volver a la institución y gozar de un cara a cara. Lo cual queda atestiguado por los cuatro niveles de esta institución. Sin embargo, le preguntamos a Sofía, por un diagnóstico que dé cuenta de en qué condiciones se han encontrado con los estudiantes. Quizás, lo más notorio es la pérdida de hábitos, nos dice. En la virtualidad, el tiempo de atención es menor que en un encuentro presencial. Y eso se nota con los alumnos, que además han perdido un poco su ordenamiento o ritmo, que tenían antes del covid-19. Ante esto ¿Qué hacemos? Se vuelve una pregunta sumamente importante.
Rescatar el valor de las emociones: volver a pensar estrategias
Las opciones son variadas pero tienen un punto en común. Pensar estrategias para que los estudiantes puedan reorientar sus días y reordenar sus procesos educativos. Por ejemplo, nos dice Sofía que a eso apuntan todos los proyectos y talleres que han diseñado para él este año. Algunos incluso, tienen como coprotagonistas a los padres. Se piensan en encuentros que permitan poner el foco en las emociones. Las emociones como disparadores de nuevos hábitos en los niños. Porque consideran que un niño tranquilo, en un ambiente seguro y respetado, es un un niño que se halla en mejores condiciones y disposición para aprender.
Volver al lugar de trabajo: el rol docente
Hasta aquí hemos hablado de un lado de los protagonistas de la educación. Pero, nos queda la otra parte, los profesores y maestros. Sin dudas, ellos también se han visto afectados por todo lo acontecido. Pero, estamos en condiciones de afirmar, que como en muchos casos, han vuelto mejores. Nos referimos a que, claramente, todo el 2020 tuvieron que ponerse en el rol de sujetos que aprenden, manejan nuevas tecnologías, y el contexto de encierro les significó un desafío. Pero, hoy, dos años después, esto ha sido fructífero. Pues les ha permitido valerse -en principio obligados por el contexto- de nuevas herramientas para pensar sus clases hoy. Sin dudas, el mundo se encuentra en un constante cambio, en el cual, volver a la escuela significa, volver a un nuevo mundo. Nuestros jóvenes ¿están preparados?
Autora de la imagen de portada: Ana Sofía Núñez Campero.
