Cruzando el océano, desde la hermosa ciudad de Trieste, Sebastiano Volpe pisó suelo tucumano al inicio de la cuarentena, para continuar sus estudios universitarios en un proyecto de investigación desarrollado en el CERELA. En esta nota, nos cuenta cómo vivió esta experiencia en el contexto de la pandemia.
Sebastiano y su llegada al país
Sebastiano tiene 25 años y una sonrisa que no se borra ante las dificultades que se le presentan. Italiano, nacido en Trieste, una pequeña ciudad al noreste de Italia que limita con Eslovenia, vive en Bologna desde el año 2018 por motivos de estudio. Allí, cursa la carrera de Biología, con orientación en salud-nutricional.
Ante el deseo de desarrollar su tirocinio en el extranjero, comenzó a buscar distintas posibilidades, hasta que una profesora en microbiología lo contactó con una doctoranda tucumana, Priscilla De Gregorio. Poco tiempo atrás, ella había participado del mismo intercambio en Bologna.
De diversas conversaciones entre los tres, surgió la idea de desarrollar un proyecto en Tucumán, en el CERELA, centro de referencia para el estudio de Lactobacilos, bajo la tutela de Priscilla.
“Me pareció una gran oportunidad el hecho de trabajar en un centro tan especializado, lo cual me habría permitido aprender mucho y profundizar más en este campo de la microbiología que es muy interesante”, manifiesta Sebastiano.
Su llegada a nuestro país ocurrió el 25 de febrero pasado. Con respecto a sus primeras impresiones, nos cuenta: “La primera cosa que me llamó la atención cuando salí del aeropuerto, fue un olor diverso, olor de campo, como de pasto recién cortado y la vegetación completamente diferente de lo que estoy acostumbrado a ver.
Ese mismo día tuve también mi primer encuentro con la cocina argentina, porque mi tutora me llevó a almorzar y pedimos empanadas y un enorme asado. Obviamente, me enamoré al instante de esa comida”, recuerda.
¿Cómo fue para vos la experiencia de transitar la primera fase de la cuarentena, siendo recién llegado a la provincia?
“Luego de mi llegada, comencé inmediatamente a trabajar en el proyecto. Parecía que todo iría bien, hasta que, a mitad de marzo, anunciaron la cuarentena en todo el país.
Al inicio, pensé que duraría uno o dos meses como máximo esta situación y que luego podría regresar a trabajar en mi proyecto. Pero no fue así. Pasé todos esos días haciendo videollamadas con mis amigos y familiares en Italia. Mientras tanto, escribía parte de la tesis y tomaba clases de español, porque nunca lo había estudiado antes y no era capaz de decir ni siquiera una palabra.
Luego, se comenzó a flexibilizar la cuarentena y empecé a salir y a dar paseos por el centro. Especialmente, por el maravilloso Parque 9 de Julio. Finalmente, el 8 de junio (un día después de mi cumpleaños), permitieron nuevamente las reuniones en las casas y desde entonces, todo fue mejorando. Conocí a muchísimas personas y comí muchas cosas (sobre todo asado). Digamos que la vida parecía volver a la normalidad”.
Photo Credit Sebastiano Volpe
Con respecto a tu experiencia con el trabajo de investigación, dada la situación de la pandemia, ¿pudiste realizar avances o se te dificultó continuar con la misma?
“El centro de investigación, por motivos de seguridad, no podía permitir a todos el ingreso para realizar los experimentos. Por lo tanto, desgraciadamente, no pude volver a trabajar y completar mi proyecto.
No niego que esto me desagradó bastante. Estaba muy feliz de trabajar en un proyecto todo mío, y el hecho de poder realizarlo aquí era un motivo más de alegría. Sin embargo, la situación que se creó a causa del SARS-CoV-2 no lo ha permitido (ni a mí ni a otros estudiantes en el mundo)”, relata Sebastiano.
¿Podrías contarnos qué experiencias (positivas y negativas) tuviste durante tu estadía en la provincia, con respecto al lugar y a los tucumanos? ¿Te sentiste a gusto?
“A pesar de todo lo pasado, esta experiencia no me ha sido inútil. Me ha permitido crecer mucho. Ante todo, aprendí una nueva lengua (aunque todavía no hablo del todo fluido). Conocí a un montón de personas. Con algunas estreché una relación especial que llevaré siempre en mi corazón.
Conocí una cultura maravillosa que, en algunos aspectos, es bastante parecida a la mía. Quizás por eso me sentí tan a gusto desde el inicio.
De esta experiencia me llevo a casa recuerdos positivos y negativos. Seguramente no extrañaré esa “lluvia negra” (las cenizas que caen del cielo). Ni el “perfume” particularmente penetrante que se siente con frecuencia en el centro o el hecho de no poder salir libremente y circular por las calles, sobre todo a la noche.
Photo credit Sebastiano Volpe
Pero extrañaré muchísimo a las personas, el modo de vida y el ánimo argentino, amigable, gentil e inclusivo. Esto me hizo sentir como en casa desde el primer día. Extrañaré seguramente la comida, sobre todo el asado, las empanadas, la milanesa y el dulce de leche. El mate, la cumbia y la gente que baila y canta folclore por las calles”.
Una reflexión final con respecto a sus planes a futuro
Los primeros días de octubre, Sebastiano debe regresar a su querida Italia. Llega así al final de un camino donde quedaron muchas cosas pendientes para él. Entre ellas, la posibilidad de viajar a lo largo y ancho de nuestro país y conocer sus bellezas.
“De todos modos, esto no es un “adiós”. Tengo la intención de regresar luego de que me reciba y cuando no haya más problemas con el virus.
Sería hermoso conseguir un modo de hacer aquí mi doctorado. Pero sino, lo tomaré como unas hermosas vacaciones para volver a ver a mis amigos, visitar todos los lugares que no pude conocer. Y disfrutar la vida y la noche argentina al 100%”, concluye con cierto dejo de nostalgia y, sobre todo, mucha esperanza.
PhotoCredit imagen de portada: Sebastiano Volpe
