En el año 2020 el proyecto comenzó de manera virtual. En el 2021, inauguró la sede física de Madreselva, una librería independiente ubicada en Jujuy 45 – San Miguel de Tucumán. Conversamos con Francisca Alarcón Irrazabal, la librera. Ella apuesta a trabajar en la tarea que ama: acompañar la lectura de sus visitantes.
Los libros y la lectura
¿Qué es un libro? Pese a su materialidad, no es una pregunta fácil de resolver. Sobre todo, lo que un libro significa para cada sujeto no es algo cerrado y estanco. Francisca reconoce tener una idea romántica del libro en tanto objeto. Cuenta cómo para ella, desde muy chica, las bibliotecas fueron significativas en su biografía personal. El contacto con las páginas, la generosidad y ternura en el acto de entregar un libro a otro humano. De legarlo. Por eso, luego de haber transitado por distintas experiencias en algunas librerías, quiso comenzar la propia. Estas experiencias anteriores le permitieron conocer las distintas formas en que se puede ser librera. Así, su decisión ideológica y personal es dedicarse a la librería independiente. En el año 2020, en plena pandemia, nacía Madreselva. Influida por las dinámicas mismas de la situación excepcional.
Además, al preguntarle por la elección del nombre, tres opciones son posibles. En primer lugar, madreselva como la planta, una especie rastrera cuya tendencia es buscar el sol. Como segunda interpretación, el tango que Francisca baila y adora. En tercer lugar, las palabras por separado, analogía de cómo una librería puede pensarse. “Una librería como una selva” nos dice su dueña, donde conviven en el mismo espacio diversidad de especies literarias. Donde, volviendo a una idea posible de maternidad, la madre contiene esa variedad. Así, todo pareciera hecho por la librera, a su medida y gusto. Una voluntad creativa por vivir de la manera que ha elegido, por hacer calidez los espacios de su habitar. Entre ellos, el fundamental: la librería.
La tarea de ser librera
Acompañar lecturas es una vocación. Leer a la persona que acude y a partir de esa lectura, ceder, o mejor dicho obsequiar el libro adecuado. Conectar la cadena de principio a fin: escritor, editor, lector y todos los actores intermedios. Recuperar relaciones íntimas, que requieren tiempo y en medio de la aceleración general, se han deteriorado. Volver a la intimidad de relaciones cotidianas que no sean meras transacciones. La librera acompaña la lectura ajena, ella lee, por su propia naturaleza, libros y personas deseosas de encontrar al autor correcto, la historia adecuada que acompañe este tramo de sus vidas. Desde hace bastante a Francisca la acompaña un poema de Mari Oliver. Más allá de las complicaciones, es feliz pudiendo hacer lo que desea.
Tocamos el timbre y entramos en la librería – hogar. Un butacón amarillo ocupa uno de los espacios, frente a una mesa ratona. Quien no desea sentarse a leer ahí no sabe qué es desear o no sabe qué es leer. Estantes con libros y una mesa preparada para los talleres que se dan en la librería. Tras dos puertas cerradas, un taller de encuadernación de Polirubro encuadernaciones. Por último, un patio donde también se dan clases y se organizan ferias. Hay una gata, aún joven, que se pasea por las habitaciones. Y en el centro, justo donde se conectan todos los espacios, se sienta Francisca. Atenta, expectante, lee un libro y está lista para leer a quien entre.
Autor de portada: Facebook madreselvalibros
Hermosa nota 😻