Cada 5 de enero a la noche los niños, en Argentina, colocan sus zapatos en la puerta de su habitación. Pasto para los camellos y, con la esperanza de ganarse su favor, un par de snacks para los tan esperados Reyes Magos que van a dejar un obsequio sobre esos zapatitos ansiosos y llenos de ilusión. En Italia, la historia es similar pero con otro personaje: la popular Befana.
La Befana vien di notte
La Befana vien di notte, con le scarpe tutte rotte, col cappello alla romana, viva viva la Befana! Así invocan a la Befana los niños italianos que la esperan anhelantes.
Se trata de una leyenda que tiene su origen en tradiciones mágicas precristianas. El término Befana proviene de la palabra “epifanía”.
¿Quién es la Befana?
Una viejita de cabellos blancos, nariz larga, mentón agudo y -generalmente- ropaje oscuro. Muchos niños le temían, al verla caminar apoyada en su escoba por largos y sombríos caminos.
Aunque rotulada de bruja, la Befana es amable y sonriente. La leyenda cuenta que va cargada de un enorme saco lleno de regalos y por supuesto, de carbones para los traviesos. Se dice que vuela por los techos y bajando por las chimeneas, llena con sorpresas los calcetines que se dejan para descubrir los regalos al despertar.
Los niños, por su parte, le preparan una copa de vino y una naranja sobre un plato. Al despertar, se encontrarán la marca de la mano de la Befana, en cenizas, sobre el plato. Para algunos, la gracia de la Befana es encontrar los regalos dispersos por todo el hogar, que fueron cayendo de la bolsa cargada de obsequios.
Entre la Befana y los reyes magos
En la leyenda tradicional encontramos la relación entre estos personajes tan esperados por los niños. Cuenta que, a causa de unas nubes, los reyes magos habían perdido de vista la estrella que los guiaba en su camino hacia Belén. Desesperados por temer no llegar a tiempo, comenzaron a pedirles orientación a las personas que cruzaban, aunque nadie supo guiarlos. Así llegaron finalmente a cruzar a la Befana, que fue la única que supo describirles el camino que ella había recorrido ya alguna vez en una de sus largas caminatas.
En agradecimiento, los reyes magos la invitaron a recorrer el camino junto a ellos, pero ella se rehusó. Sin embargo, arrepentida de haber perdido la oportunidad de ver al recién nacido, salió en su búsqueda pero no logró encontrarlos. Desde entonces, decidió regalar dulces a todos los niños, con la esperanza de que alguno de ellos fuera el niño Jesús.
La tradición en Italia
Este legendario personaje no solo es esperado por los niños, sino que es acompañada por golosos bocados. En las diferentes regiones se preparan diversos platillos para esta oportunidad.
Podemos mencionar por ejemplo, los Biscotti della Befana o Befanini, originarios de la zona de Viareggio. Son una especie de galletas aromatizadas con ron, cuya superficie está decorada con chispitas de colores. Otro dulce típico de la Epifanía y de los más difundidos es la Focaccia della Befana. Se trata de una masa tipo brioche, cargada de frutas confitadas, pinoli -piñones- y ralladura de naranja.
La mayoría de ellos se consumen para desayunar, ya que en Italia se trata de una típica mañana fría de enero.
Carbones para los traviesos
¿Cómo hacer los carbones dulces de la Befana?
Ingredientes: 300g de azúcar impalpables, 300g de azúcar común, 100ml de agua, 1 clara, colorante negro.
Para preparar estos carbones, vamos a batir la clara agregando lentamente la azúcar impalpable tamizada. Una vez que terminamos de incorporarla, agregamos también un poco del colorante negro hasta que el color sea exactamente como deseamos. El resultado que obtendremos será como el de un glasé, de consistencia densa y muy oscura.
A continuación, calentamos el azúcar común hasta derretirlo, y agregarle un poco mas de colorante. Añadimos los 100ml de agua y mezclamos hasta que se forme una especie de caramelo oscuro.
Luego, volcamos dos cucharadas del glasé en la ollita con el caramelo oscuro, mezclamos rápidamente y lo transferimos a un molde con papel manteca dejándolo enfriar lentamente.
Una vez frío, lo cortamos rústicamente con un cuchillo para obtener el efecto del carbón.
